VIII Certamen de Narrativa Breve 2011

2- Divina juventud. Por Unacris

Es el año 2.011 y esta es una familia emigrante caída en un pueblo de 20.000 habitantes.
Ella quiso ser florista, pero su padre se lo prohibió y la casó con él, y por eso ella llena de plantas la casa, anhelante.
Él ganó dinero como pudo y aún no ha conseguido jubilarse, con 70 años.
Tienen una hija, de 39 años, que vive con ellos.
Hija rebelde, lesbiana, que sigue yendo al psicólogo y cobra minusvalía. Por eso no se independiza.
Viven en un piso. La hija se pone tapones en los oídos para no escuchar la tele de ellos.
Sale a cenar de su habitación y se siente con los padres.
Miran la tele y a la presentadora.
“Divina juventud”- dice la hija. Mira los padres-“ …depende de los padres que tengas”- Ellos la miran sombríos.
“Pásame la pala de los huevos…fritos”- la hija.
“Cómo no hables bien te voy a dar una somanta palos que te van a salir los sesos por las orejas”- contesta el padre.
“No le hables así”- dice la madre.
Él se levanta de golpe con la cara roja. Ella coge un cuchillo que no corta – “como me toques te abro de oreja a oreja”- dice la madre.
Se calman y siguen mirando la presentadora sin hablar.
La madre repite la misma operación todas las noches.
Aprovecha la soledad del dormitorio y mira el teléfono de un gigoló que le recomendó una amiga. Sentada en la cama, a solas.
La madre llora.
“Voy a tirar la basura”- dice la madre en pantuflas.
Llega a una cabina telefónica.
Es 2.011 y sábado por la tarde, sobre las 17:00.
La madre sale del piso y coge un autobús que tarda una hora en llegar a la ciudad.
Al llegar, un hombre moreno, de mediana estatura, bien vestido y peinado, la saluda y le da un ramillete de flores.
Se van juntos y toman un café.
Él le acaricia el pelo mientras ella no para de llorar.
La besa en la mejilla.
Van a una pensión.
“Imagínate que esto es para siempre. Imagínate que sabes que yo soy sólo para ti, y que eres la mujer más linda para mí. Que nunca querré a otra” – dice él.
Entonces ella llora y se tapa la boca con las manos.
Él la desnuda muy, muy, muy despacio, dejándole el sujetador y las braguitas.
La besa, con pasión, sonoramente. La besa por todo el cuerpo, menos en la boca. La acaricia.
Ella se tumba.
Él la masajea y le besa la espalda.
Ella se queda dormida como un bebé.
Es 2.011 y ella vuelve de noche ya en autobús.
Abre la puerta del piso. Coge unas ramas de una cicuta pequeña que tiene del campo y se hace un té.
Se vuelve a maquillar, con su pelo tintado, y se pone otros zapatos nuevos.
Se toma el té mientras fuma un par de cigarrillos, apaga la luz y se tumba en el sofá con las manos cruzadas encima de la barriga, los zapatos y los labios con carmín rojo.
Es 2.011.
Él no lo pudo soportar y pasa el día pegado a un tetra-brik de vino tinto.
La hija consiguió trabajar en la fresa, o en el arroz, o en la naranja, y vive donde puede.

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