“Para soñar de nuevo el mismo sueño.”
José Angel VALENTE
Cuando terminó la tarea asignada,
estuvo unos minutos
girando el compás
vagamente
sobre los pentagramas amarillos,
con todas las sombras juntas
alrededor del tapete
y con todos los espejos dispuestos
sabiamente
sobre el velador.
Nadie se puso de acuerdo.
Las cigüeñas
se vistieron de uniforme
para saludar
las nuevas corrientes del gran lago inaugurado.
Y en la lejanía,
un mundo de baldosas
apareció
cuando los bosques
decidieron irse a otra parte,
hartos de la picaresca de los semáforos.
No había nada que negar.
A pesar de que debemos tanto
lo que somos
al horizonte hecho a golpe de calendario,
tenemos que mirarnos a los ojos
constantemente
para inventar nuevas palabras.
Aunque se diga que aún hay tiempo
para todo,
nuestros actos tienen siluetas
cuyas sombras
pegamos sobre la piel de los dioses.
De este modo, se demuestra
que el más allá
lo inventaron los fenicios
cuando se les cayó la brújula al fondo del mar.
Siempre hay esperanza, de eso no hay duda,
aunque las ventanas duelan cada vez más
y siempre haya un hacedor que se canse,
abandone sus naipes
y salga de este poema
dando un portazo.