Debo imitar tu sexo cuando sangra.
Y arquear las cejas cuando mueras.
Se ha abierto una pequeña sombra entre tu estado y el mío.
Se ha escondido la espada de tus ojos entre el dolor y un gemido.
Que nadie se entere de nuestra orgía.
Ni del cuervo que ahogaste entre tus brazos.
Con las manos en la cabeza observo ceder tu forma y darle paso a otro tiempo con harapos de naturaleza.
Eres la suave presa que llevo entre mis colmillos.
Y yo soy una herida abierta, gritándote en los oídos.
Jamás saturaremos tu pasado bebiendo al mío.
La sugestión del mar se refleja en la llovizna de tus cabellos.
Dos seres inmóviles laten un crimen y llevan cuchillos como pies.
Dicen que mutaré.
Será perfecto.
Nos ahogaremos en la distancia.
Y seremos de nuevo dos espinas en el halo de un ángel. Volveremos a ser esos mocosos que se inyectan presente.
Nadie dirá nada.
Caminaremos en silencio.
La ruleta girará.
De tu sangre haré una bufanda y la perfumaré de aburrimiento.
Estoy haciendo enojar al tiempo.
Voy y vengo besando el alba.