Se anquilosan los nudillos de estas manos inútiles
y revuelvo con el punzón la arisca hoguera
de lo que fui;
ensangriento el voluble talento
que poseo aquí dentro escondido.
Puedo ver al trasluz las camelias abiertas,
las riego con arsénico y río;
aparte de estar loco, soy libre,
y mi voz llenando las calles
así lo proclama hace tiempo.
Tonalidades oscuras y montones de suciedad
sueño perdido de sentido y razón;
no tengo nada más que a mí mismo, y desprecio
el sectarismo al que he creído pertenecer.
El loco del siglo soy,
y roo pedazos de letras vivas, blandas,
llenas de úlceras que son monstruos;
y las dejo ir.
Ahora se entela la ventana por donde miraba pasar a las jóvenes
y será mejor que no me vean porque
estoy parapléjico
y loco como siempre.
Mi plenilunio es esta maldita silla
de la que no me puedo desprender
es el saber que nunca más
volveré a ser el que era.
Como miel y se me engancha a los labios obscenos
sintiendo el dulzor de las malas palabras que pronuncio,
de los insultos que me adjudico,
que le dedico al loco.
Ingenuo loco letraherido.