¡Oh martirio intenso que me acongoja!,
Realidad insomne que me pierde,
Oscuridad eterna del inframundo,
Cantar de espantos tenebrosos.
Roca dura mi esperanza;
Me sumerjo en mi locura, y encantado
Mi cuerpo seducido se desnuda
Y está preso en su tortura.
Susurra el viento, ¡Calla!
Que cala con ira mi piel,
Que roe con furia mis huesos,
Y caigo rendido a sus pies.
El aroma hediondo se impregna
En las sábanas blancas que me cubren;
Bajo un firmamento de estrellas centelleantes,
Y sobre eternas llamas de fuego impetuosas.
Cabalgan con rudeza sobre la tierra
Y mi polvo se eleva acorde del viento
Y descansan luego en la arena
Las cenizas de mi dura pena.