Creemos que la correspondencia
"íntima", tan delicada siempre,
ha desaparecido al tiempo que
los buzones se han ido llenando
de publicidad, facturas, sorteos
fabulosos en los que hemos
resultado ser los agraciados...
Y comprobamos con desolación lo
mucho que hay que hurgar entre
el spam hasta dar con un
remitente conocido. Pero las
cartas al amante, al padre, al
imprescindible enemigo, siguen
escribiéndose, quizá de manera
más apremiante que nunca. Tan
sólo hay que buscarlas en otros
lugares, con otros ojos: en
muros, flyers, espaldas
tatuadas, lazos y pañuelos
virtuales, poemarios inéditos...
Desprovisto de esencias compila
la correspondencia íntima y
"selecta" de un autor que
probablemente dejó hace mucho de
estampar sellos, más preocupado
-esto es seguro- del rigor de
los mensajes que emitía que de
su eventual recepción. Y el
rigor, no sólo en la escritura,
tiene siempre la misma
consecuencia estética: la forma
poética; y la misma
reglamentación ética: la
condensación y la exactitud
consustanciales al poema.
Y como en toda correspondencia,
también en ésta caben muchos
géneros: el orden del día, el
acuse de recibo, el parte de
defunción; el resumen de gastos
y cobros, de préstamos y deudas;
la declaración de guerra y la
bandera blanca. Así, cada uno de
los poemas de este libro
certifica lo vivido en los
distintos órdenes en que se
vertebra y consume una vida: el
amor y la amistad, el placer y
el trabajo, el dolor y la
ambición, la memoria y el
discurrir hacia la muerte. Nada
más lógico que el autor, nuevo
Herzog, concluya su tarea y se
perciba desprovisto de esencias,
que es tanto como decir libre de
cargos o fuera de juego. Y acaso
feliz.
Alberto R. Torices
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