166- ¿Qué ves en el espejo? Por Angel B.P.
- 15 julio, 2011 -
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Había una vez un señor muy, muy, muy viejo que cada mañana, sonreía con la dulzura del que es tocado por un secreto… En su mirada, limpia como el agua del manantial, brillaban las estrellas que no alumbran la noche, los soles que se esconden entre las nubes, las nubes que ceden su paso a la majestuosa luna llena… Él, poseía un secreto… y éste se guardaba en un lugar tan mágico que nadie lograba encontrarlo, tan hermoso, que nadie osaba mirarlo… Era el reflejo del lago al que solía ir paseando cada mañana.
Asombrados por su salud y su alegría, los vecinos de la aldea solían preguntarle: “¿qué le hace estar siempre feliz?”, él siempre respondía igual: “cada mañana camino hasta el lago, es un paseo muy hermoso”… los vecinos sonreían educadamente, pero no alcanzaban a entender la verdad que ocultaban aquellas sencillas palabras, y le dejaban marchar sin más.
Un día de Otoño, el viento parecía querer frenar su caminar. Sus piernas arqueadas, difícilmente se sostenían en equilibrio. Sus manos, cargadas con los cien dolores de la edad, apenas sabían sujetar el bastón de nogal que tantos pasos había precedido. Sus ojos no eran rival para la llovizna impertinente que mojaba su rostro y su pelo encanecido. Así, achinados, casi ocultos entre las pestañas, los ojos del viejo intentaban iluminar sin éxito, el camino ya conocido por sus pies…
Cansado de tanta lucha, como un guerrero abatido, el anciano se detuvo junto a un roble tan arcaico como él mismo… “ Tú también te detuviste aquí, ¿eh?… si hubieras continuado un poco más lejos, podrías haber descansado en la pradera más hermosa que jamás imaginaste. Sus flores se visten según las estaciones, ahora encontrarías unas lilas estrelladas cuyo aroma recuerda el de los dulces que comía de pequeño… y los arbustos se abrirían a tu paso para honrar así tu presencia. Y al final como si cada día cambiase de sitio, aparece ante ti un lago tan espectacular como las estrellas en las noches de verano, cuyo reflejo te cuenta mil historias, cada una más hermosa que la anterior…”
– Ya es tarde viejo… no puedo caminar como tú. Me conformo con verte pasar cada día y verte sonreir al volver… Pero no debes detenerte ahora, la tormenta se hará poderosa y no tendrás tiempo de guarecerte. Debes regresar a casa…
No tan asombrado como debiera estarlo por escuchar hablar a un árbol, el anciano se volvió hacia el gigante de fuertes brazos y henchido tronco. “ no amigo, debo seguir mi camino… como cada día desde que llegué aquí por primera vez. Seguiré con un pie delante de otro hasta alcanzar la meta que deba alcanzar y cuando la señora me reclame el paseo de los justos, igual de sonriente me iré con ella, seguro de haber obtenido aquello que los demás ansían… la Eterna Juventud”
Y así continuó su marcha, camino adelante, entre los grises del cielo y los verdes ocre del bosque, pero esta vez más firme, más entero, pues sabía que no volvería a casa para el almuerzo, que no habría más “buenos días señor Juan” en las calles del pueblo, y que quizá el viejo roble, lloraría sus hojas de pena al no verle retornar. Al llegar al claro, casi pudo oír las voces de las plantas, sentir las caricias de la naturaleza, e incluso agradeció el frescor de la lluvia en sus ropas.
Al arrimarse a la orilla, el viento enturbió las aguas del lago impidiendo que su reflejo se mostrara con claridad. Contrariado por aquel desatino del tiempo, golpeó las aguas y por un instante pudo ver su rostro reflejado en él, y lo que vislumbró no fue en absoluto de su agrado… un viejo de nariz excesivamente grande, pelusa blanca donde antes hubo pelo, labios agrietados, piel surcada por las hendiduras que las emociones pasadas dejaron grabadas como recuerdo perenne del coste de la vida… Pero lo que más disgustó al anciano, fueron sus ojos, cuya fiereza enmarcada por unas cejas pobladas y ceñidas, reflejaban rabia y frustración. Al observarse así, dos lágrimas brotaron silenciosas y aquel rostro iracundo se relajó, dejando paso al rostro que solía acompañarle cada día… “olvidé por un instante que para poder ver… hay que saber mirar .”
Como si de un encantamiento se tratase, la sonrisa regresó a su boca y a un tiempo la lluvia se apartó empujada por el viento, que se la llevó a regar nuevos parajes, lejos de allí. Tímido y avergonzado, como el niño al que han pillado en falta, el viejo se arriesgó a mirar una vez más el espejo que le mostraba su realidad. Transparente, brillante, el agua le devolvió la imagen de hombre bueno y trabajador que siempre fue. Cargado de sueños que no llegó a cumplir pero que le calentaban el corazón en los momentos de incertidumbre, le mostró uno por uno los recuerdos que dormitaban en cada arruga de su rostro: ahora una música, luego la mirada de aquella muchacha a la que nunca llegó a conocer pero que encendía luces en cada parpadeo… el viaje con los amigos, la siembra de aquel ventisco año, las pesadillas de niño, su primer y único balón, la ida de éste, la boda de aquel… y a cada recuerdo la sonrisa se hacía más grande, la mirada más nublada y el tiempo…
BASADO En un amigo , Juan , que tiene el “don” de hacerme recordar, a veces pienso en él como “ el Guardián de las Llaves”, pues con una palabra abre un cofre, cuyas telarañas me advierten de que hace tiempo que no lo visito…
BASADO En uno de mis pensamientos más antiguos, forjado en el Templo de la Soledad donde habité hace ya muchas vidas, durante la Época Oscura, y que se apoyaba en la búsqueda del ser humano de la “ Vida Eterna”. Para mí la vida eterna no es posible si no se es eternamente joven, pero la juventud no habita en el cuerpo caduco, ni en el corazón, guarida de los sentimientos, (más caducos aún si cabe), ni en la mente, demasiado organizada ella para detenerse a vivir… Si no en el alma, que representa la niñez, la inocencia, la inquietud, los interminables porqués, las incansables ganas de mirar, y tocar lo que no se debe, (o quizá sí). Amasar recuerdos, risas y lágrimas, esperanzas y sueños… Coleccionar momentos, y personas a las que escuchar, conocer, sentir… ese es para mí el secreto de la Vida Eterna.
Mientras haya una sola persona que desee conocerme, que desee contarme algo… viviré.
166- ¿Qué ves en el espejo? Por Angel B.P.,
Encomiable reconocer así, tan a las claras, la carga autobiográfica de un cuento.
Es una fábula, basada en la realidad, pero una fábula al fin y al cabo; con una manera de narrar ancestral, pausada y casi didáctica, que nunca pasará de moda.
Suerte.
ME EMOCIONÓ TU RELATO, QUIZA POR LA EDAD QUE YA TENGO. ESTÁ ESCRITO CON MUCHA FINURA, SIN CAER EN LO ENMIELADO. SUERTE
¡Qué bonito! Y no es coña.
Mucha suerte para el certámen
Suerte
Buen relato.
Suerte y un saludo.
Me ha gustado mucho. Enhorabuena Ángel B.P 🙂
Hago una pausa en el trabajo, y leo esto… ahora estoy emocionada, y me resulta difícil volver a lo que estaba…
Qué hermoso relato… Me ha encantado…
Suerte.
Se me olvidó: hay va mi voto
PRECIOSO Y EMOCIONANTE!!GRACIAS POR COMPARTIRLO!!
MUY INTENSO, EMOCIONANTE Y CERCANO . SE APROXIMA MUCHO AL NIVEL DE VIAJERO DE LUNERA….
Gracias a todos por vuestros relatos, los he leído y disfrutado, desde el primero hasta el último.
Mi más humilde gratitud a los que además habéis dejado un comentario para mí, siento no haberos podido responder.
Entre los finalistas mi voto es para Rafael, aunque no estoy del todo seguro de haberlo hecho constar correctamente.
Suerte en adelante, ya estoy deseando volver a «cruzar unas palabras» con vosotros.
Saludos.
Siento mucho Angel no haber leído antes este relato. No he tenido tiempo de leerlos todos, pero aunque tarde quiero decirte que es muy bello, muy poético y muy esperanzador. Gracias por ponerlo aquí. Un abrazo.
Hoy me estoy comunicando más de lo que he hecho en todo el tiempo del concurso…
Gracias Estrella por tus palabras, no son tardías, son MARAVILLOSAS. Cada soplo de ánimo supone una enorme sonrisota en mi corazón. Vuestras opiniones, TU opinión en este caso, es un pasito hacia adelante.
Debo decirte que me gustó leer tu texto, por su dinamismo y sencillez. De por sí soy muy natural y sencillo, me gustan las cosas que se sirven sin instrucciones de uso. Lo disfruto más y mejor…
Tu texto parecía sacado de la vida de cualquiera de nosotros, incluso me sorprendí mirando alrededor porque me parecía estar escuchando a mis vecinas al otro lado del seto que separa nuestros jardines…
Gracias Estrella por molestarte en dejar un comentario cuando ya está todo dicho. Por eso, lo valoro aún más.
Me pasa igual que a muchos de vosotros. Leo los relatos a ratos y cuando puedo. Éste me ha parecido realmente hermoso, conmovedor y profundo. Enhorabuena por tanta sensibilidad.
Gracias coco por tu amabilidad.
He vuelto a leer el tuyo esta noche porque no recordaba cuál era y sí me hizo gracia porque creo recordar que alguien comentó que un adolescente (hablaba creo también de su hija)no se expresaría o actuaría así.
Lo cierto es que yo lo hice… me recuerdo disgregándome en estados de ánimo, sintiéndome un «bicho raro»… y finalmente descargando mis… ¿qué?, ¿miedos, cambios, dudas…? en forma de palabras.
El alivio era inmediato y cuando años después he rescatado alguno de aquellos textos, poesías o cuentos… he sentido exactamente lo mismo que al leer tu texto.
Ha sido un placer inesperado reencontrarme con la incomprendida adolescencia.
Gracias.