30 – Gorrión. Por Charlotte Corday
- 10 junio, 2011 -
- Relatos -
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Tres rasguños bastardos me desvelan: El relente del amanecer, los quejidos eternos del niño chico y un viejo estorbo de hambres agarradas. En casa no hallo alivio así que salgo al descampado donde, asombrada, me enfrento a un paisaje intacto de nieve inesperada: ¡Qué perfecto engaño para ocultar la basura cotidiana tras este disfraz de harina!
Aprovecho el regalo inventando algunos pasos sobre la blanca máscara del barro hasta acabar llena de risas: ¡Cuánto me gusta apoyar los pies descalzos sobre la nieve y sentir cómo se rinde bajo mi peso con un crujido! Suena igual de tierno que al morder una cebolla, pero más frío.
Risueña por el juego y alimentada de luz, alzo los brazos y vuelo, toda hecha gorrión, hasta el arroyo, lejos del llanto cansino de Joaquín y del temblor entrechocado de mis dientes tiritones.
Desde la vaguada vuelvo atrás la vista. A lo lejos madre -vacía ya de leche- ha salido afuera por mecer al crío y con el aire fresco -y su paciencia- casi consigue que se calle.
También descubro, preocupada, que algunas pisadas me han seguido hasta el lavadero, como si quisieran alertar de mi secreto. Éste es mi territorio, el lugar donde soy dueña y pienso en cosas. Aquí aprendí, rodeada por lavanderas de sueño agotado y brazos dolientes, a no llorar de perfil. De sus cuerpos gastados y sus torcidas bocas emana un tenue hedor a vidas muertas. Sin embargo, yo agradezco su grosera franqueza pues así he comprendido el valor de estar callada y en mi sitio…
-“¡Felipa,… Felipina… ven!, ¡rápido!”
Por la cuesta bajan Amparo y Marcelina, mis hermanas mayores. Vienen riéndose a empujones y traen una mueca traviesa escondida tras dos labios tramposos. Conozco estas tretas, y cuanto más brillan sus gestos más motivo tengo de temerlas -y de acabar llorando-. Avisada, salgo zumbando pero no hay modo: Cuando Amparo ordena –¡no corras, tonta!-, Marcelina, agazapada tras un alcornoque, cae sobre mí, violenta, mientras ríe con esa picardía suya, tan entreverada. Quedo empapada sobre la nieve y aunque muerdo y bramo hasta el ronquido, sólo me resta el recurso de los débiles: La rendición sin dignidad ni condiciones.
Sorbiéndome los mocos las sigo hasta el pueblo. Ellas no paran de asestarme pescozones “cariñosos” quejosas porque las he obligado a correr, lo que ya es costumbre:
-“¡Pero qué rara eres, Felipina, siempre sola y callada! Quién tuviera ese pelo dorado y esos ojazos azules como lagos. Si no fueras tan arisca, más de una te tendría guardada y bien comida.”
La verdad es que nadie osaría decir que somos hermanas, pues si yo soy fina, de rizos amplios y ojos limpios, ellas son dos cocones cetrinos, cejijuntas, de bulto achaparrado y pelo crespo.
-“Vamos a casa de la “señá” Pilar, que manda recado. Esa se bebe los vientos por quererte. Le recuerdas a la hija que perdió cuando aún no era machorra y el marido le vivía -antes de los tiros-. Conviene que te vea”.
-“A nada que le zalameases te recogería y, si fueras bien dispuesta, llegarías a mandadera… ¡pero no, tú siempre tan cardo…!”
Doña Pilar, “la del comandante”, es amplia de abrazo y cariñosa. Viste esa mirada de quien lo tiene todo pero con nada se llena, porque sus penas no necesitan cosas sino afectos. Se le murió una niña y, al poco, el destino le dobló los duelos igual que si fuesen campanas: Su hombre marchó a la guerra y nunca regresó. Afirman que cayó por la patria -y se conoce que aún no quiere levantarse-.
A mí me adora, tanto que un día me dio un duro, de los gordos, y me acarició la cabeza, pensativa, como si quisiera aprendérsela con las manos. Me encanta su perfume de hogar repleto, de platos llenos y cucharas lustrosas -porque las cucharas, con el mucho uso, toman un brillo sabroso- ¡qué diferencia con las nuestras que apestan a sebo rancio y madera!
Al fin llegamos ante el zaguán. Por sorpresa, Amparo me tumba de un empujón y se sienta sobre mí, mientras Marcelina me saca la poca ropa que llevo encima, a tirones, sin miramientos. Intento reaccionar cuando ya se han ido, urgentes, dejándome desnuda en medio de la calle… y lloro y tiemblo, más por rabia y humillación que por vergüenza.
Encogida y desorientada, el tiempo detenido se hace de hielo hasta que un estruendo abre la puerta del casón y noto cómo me llevan unas manos firmes, de esas que han sujetado muchos cochinos en las matacías.
-“¡Señora… que está la Felipina plantada en la calle, “peleta” y lloriqueando!… ¡Señora!…”
-“¡¡¡Ay, la mi pobrina…!!! Si está azul de tan fría, y qué sucia de barro…. ya habrán sido esas diablas…A ver, Petra, Mariana, preparad el baño, rápido… ¡ay, pobrecita!… ¡ay, qué días sin compasión!”
La casa se alborota cual corral donde pelean gallos, sólo que aquí son gallinas, todas cluecas y todas hueras. Sin dejarme rechistar me sumergen en una bañera de aguas espumosas y tan calientes que duelen y acarician al mismo tiempo; cuando comienzan a frotarme cambia su color desde los tornasoles del jabón al gris de la miseria. Tras mucho rascar se dan por satisfechas y puedo respirar.
Aprovecho para fijarme en los recovecos de este cuarto enorme, con sus azulejos blancos, los grifos de latón, la colección de frascos, tantos aromas nuevos y sus misterios de colores… Todo rezuma bienestar, una forma de vivir apenas intuida y que, por una vez, comparto.
Entretanto han comenzado a hablar de nosotras y, según ocurre siempre cuando hay niños, debe parecerles que somos sordos o tontos y no entendemos nada, pero sí, sí que algo nos llega… y nos inquieta.
-“…esa mujer no tiene remedio, enronada de críos y sin hombre que la proteja en esta época de calamidades…”
-“Mala no es, tan sólo descabezada. Se encaprichó con Emiliano, “el taxista”, tanto que cada vez que venía de Madrid le hacía un hijo. Y bien sabía ella que era casado….”
-“…Ya … pero cuando a las mujeres se nos pone el vientre así, inquieto, y algo que no tiene ni nombre nos corre por las piernas… entonces estamos perdidas y no hay razones que valgan…”-
-“¡Pero, ¿cuatro criaturas?!… eso no tiene disculpa ninguna, ni hay embobamiento que lo justifique, ni pasión que lo enmiende…”
– “Además, al pequeño se lo hizo poco antes de marchar de aquí los “rojos”, que bien chulito se paseaba “el taxista”, con su gorra de miliciano…eso sí, a la Jacinta sólo le ha llenado la barriga de hijos, porque otra cosa no le ha dado, ni dineros o bienestar, ni siquiera calor en las noches frías… nada. Lo dicho, ¡la muy tonta!”
-“¡Basta!, aquí no se habla de guerras ni guerros, ya lo sabéis… ¡a callar!”
-“Pues quedó mutilado y anda por Cáceres pidiendo en la calle…”
-“A ese lo deberían fusilar, que denunció a muchos y malmetió a más ¡menudo bicho…!”
-“Lo que no me explico es a quién ha salido la Felipina, tan guapa…nada que ver con sus hermanas…claro que Emiliano no era el único que rondaba a la Jacinta…”
Al oír esto enmudecen y la doña, más pálida de la cuenta, escapa llorando mientras Mariana riñe por lo bajo a Petra: “Qué bruta eres, ¿cómo se te ocurre mentar “eso” delante de la señora…?”
-“Me ha salido del alma, que alguien se lo tenía que soltar a la cara en vez de andar con tantos remilgos, a ver si despierta y empieza a echar el mal pelo, que más parece enterrada en vida que otra cosa.”
Y así siguen un buen rato. Yo me barrunto si esto será por lo que se rumia en el pueblo: que mi padre fue el culpable de que “cayera” el marido de la señora y de otras cosas feas. Al parecer lo reconoció entre un grupo de prisioneros y le denunció por ser oficial y acaso por algún otro rencor -incluso murmuran que, en castigo por lo malo que era y para recordarle su pecado, yo salí parecida al comandante ¡qué cosas más raras inventan los mayores!-. Son cuentos dañinos que nunca entenderé. Lo que sí entiendo es lo bien que viven algunos. Parece mentira que pueda haber tantas cosas bonitas en el mundo y estén todas juntas en este rincón de baldosas brillantes… y yo aquí, en medio. ¡Ahora ya sé cómo es el Paraíso!
Por fin regresa la dueña, con los ojos quebrados; me seca delicadamente y me pone un albornoz. Ya compuesta, salimos al saloncito donde Petra ha preparado la mesa con dos tazas de chocolate y unos bollos enormes, de los que se ven en el escaparate de la confitería. Pensaba yo que sólo eran para mirar, pero no, se comen y es catar el Cielo relleno de crema.
Estaba tan hambrienta que enseguida me lo como todo. Entonces ella me reclama a su lado, me alza maternal en su regazo y, pausadamente, empieza a recitar alguno de los cuentos que debió guardar para su hija, como si mi presencia hubiera roto fronteras y la memoria se le desbordase por los labios…y yo me dejo ir hasta quedarme dormida o soñando despierta, que no estoy muy segura, de lo a gusto que me encuentro…
No sé cuánto tiempo ha pasado, pero un brumoso jaleo de orgullos enfrentados me despierta metida en esta cama inmensa. Al fondo crece el barullo. Parece que Petra y Mariana quieren convencer a Doña Pilar de algo pero ella se niega, aunque no alcanzo a entender bien sus palabras. Después tiembla el suelo azotado por dos golpes rabiosos, el eco de un último lamento termina de desperezarme… y luego sólo queda este silencio teñido de ausencias.
Yo me pongo a llorar, sobre todo por hacerme oír, hasta que entran con caras sofocadas. Disimulan su congoja con ademanes culpables y me abruman a mimos mientras preparan unas prendas maravillosas: Un vestidito con canesú, una chaquetita de angora, calcetines blancos, zapatos de charol y un lazo grande de raso rojo.
Ya en la puerta Doña Pilar me pone un abriguito de paño con el cuello de terciopelo azul y me abraza llorosa, mientras musita: “no puede ser”. Entonces me cubre entera de besos.
La calle de nuevo, ahora semioscura. Apenas quedan rastros de nieve en las umbrías y los tejados. Recorro las cuestas espiando en los charcos sin reconocerme y me paro a comparar, admirada, el negro afilado del charol con el blanco mortecino de la nieve derretida.
Entro corriendo a casa y no sé por qué, pero madre se sobresalta; luego, al verme así, tan elegante, asiente, baja la cabeza y calla.
Cerrada ya la noche enciende el candil y me desnuda para acostarme -sin preguntar dónde he estado o si tengo hambre, acaso enterada de todo-. Dobla mi ropa y la coloca sobre una silla con cuidado…yo, sin pausa, caigo dormida en un baile profundo de sueños y bañeras.
Despierto con el sol colándose por las rendijas del tejado y busco en la silla: Misteriosamente los vestidos de princesa se han transformado en mis harapos raídos… ¿por qué será que no me sorprendo? Quizás porque la miseria me ha vuelto la piel dura y el conformar resignado, como si nada de lo que pudiera suceder tuviera consecuencias buenas, o porque el extraño silencio del Joaquín y este olor a gachas y tocino -insólito en mi casa- me hayan puesto sobre aviso.
Madre observa nerviosa, pero sigue callada. Me acerca la cuchara y compartimos, de la misma sartén, un desayuno cálido y grasiento.
Acabado el festín salgo afuera, satisfecha; esta vez con la paz que otorgan un vientre lleno y el dormir nutrido del mocoso.
No queda nieve, sólo barro, un barro negro, acharolado…pero no me importa nada, porque yo, sola frente a la vida, miro al cielo, alzo los brazos, y vuelvo a volar, toda hecha gorrión o princesa, hasta mis reinos.
30 - Gorrión. Por Charlotte Corday,
Realmente me llegó mucho tu relato; exquisito lenguaje, buenas imágenes que siguen repercutiendo, un drama que se instala y se palpita, diálogos que se me presentaron con un estilo Lorca. Te agradezco este momento que voy a repetir al re leer esta fascinante historia.
Muchas gracias Ex-LuchoX por tu comentario tan cálido y animoso. Así, sí da gusto escribir.
Un saludo con gratitud.
Me ha gustado mucho la historia. Es un relato que se disfruta.
Un abrazo
Gracias Barba Negra, muchas gracias por tus amables palabras y por el ánimo que me infunden.
Un saludo con afecto.
Una historia sencilla bien adornada. Me gusta más lo trabajado del lenguaje,no sé si apropiado para mocosas, que la historia en si. Quizá la voz de un narrador hubiera sido más apropiada que la primera persona.
Oficio hay. Suerte en el certamen.
Gracias Heke, por tu lectura y comentario. Tienes bastante razón en lo que dices. Fue una de las mayores dudas que se me presentaron cuando quise plasmar la idea sobre el papel. Pero al final decidí que tenía que ser ella, la niña, la que contase su experiencia. Ciertamente no he pretendido ser verosimil en cuanto a un supuesto lenguaje infantil, sino ser portavoz de sus emociones traduciéndolas a lenguaje literario. Bueno, son decisiones que se toman, tal vez con acierto, tal vez no…
Un saludo agradecido.
Me ha encantado Capitán, conmovedora e intensa. Una prosa excelente. Enhorabuena y suerte.
Perdón,siento el error, este comentario era para Capitán Wentworth.
Buena prosa Charlotte Corday muy elaborada y con expresiones locales y coloquiales bien conseguidas. Suerte en el certamen
Muchas gracias Salomé, agradezco mucho tu lectura y tu comentario generoso.
Un saludo agradecido.
Es un relato soso común y sin vida. Bastante agónico en creatividad y buen gusto cuyo pecado capital es escribir con expresiones locales lo cual terminan por aburrir al lector.
Sigue ensayando, algun día aprenderás.
Hola Maritza (bonito nombre con connotaciones eslavas): Leo tu comentario, y no puedo hacer otra cosa que aceptarlo, pues es tu opinión y no cabe otra. Lo que sí quisiera es comentarte algunas cosas: Lamento lo que me dices de los localismos, en primer lugar porque no hay tantos como pudieras supones (apenas cinco o seis, por dar color y ambientar la historia), segundo porque yo, cuando leo relatos o novelas de otros lugares disfruto enormemente con los giros insospechados que puede dar nuestro idioma en cada lugar, sea Cuba, Argentina, Colombia, México…. cualquier parte, incluso con matices dentro de cada país. Me parece enriquecedor, pero claro, cada uno tenemos nuestros gustos y aficiones. Por eso mismo, cuando escribo me recreo en las palabras, puesto que nuestro idioma tiene muchas y cada una aporta un matiz diferente (de lo contrario acabaríamos hablando con no más de doscientas o trescientas). Tal vez sea por eso que muchos términos se te hagan poco habituales, aunque sean perfectamente del acervo común de los hablantes. Ocurre que siempre he leído mucho, tanto literatura clásica como actual, y de esa manera inconsciente se adquiere mucho vocabulario que no es de uso frecuente pero que para el lector compulsivo (como es mi caso) se convierten en términos compañeros y amigos. Afortunadamente otros lectores si han disfrutado con el relato, lo que me anima a seguir escribiendo. Lo de aprender, pues por supuesto, todos los días, a todas horas hasta el final.
Un saludo.
Charlotte: Te he seguido los pasos en tus comentarios. Por la sabiduría en lo que comentas, y ahora al ver tu relato, me pregunto si es a la corrección de puntuación y estilo a lo que te dedicas de forma profesional. Siendo honesto, es difícil para mi entender muchas palabras o expresiones que en el relato usas, pero entiendo y comprendo que es normal. Ya me imagino lo difícil que será para ustedes comprender algunos regionalismos mexicanos o argentinos. Te felicito por tu habilidad para escribir y por tus respetuosos comentarios. AVAL
Gracias Aval por tu razonado y razonable comentario. Como ya le indiqué a Maritza, en contra de lo que pudiera parecer no hay tantos localismos. Sí es cierto que el vocabulario tal vez no sea el más usual, pero tenemos que situarnos en los años 1939-40, recién acabada la guerra civil española y en un entorno rural. Entonces sa hablaba diferente que ahora. También insisto en lo mismo ¿no os resulta muy grato sumergiros en otras hablas de nuestro propio idioma y descubrir tantos nuevos matices?. Porque la mayoría de las palabras que usamos a ambos lados del océano están en el diccionario, pero cambia su frecuencia de uso, o su sentido final. Entiendo que todo esto no hace sino enriquecernos, pero no deja de ser más que una cuestión de gustos y de elecciones, como todo en la literatura y en la vida.
Un saludo agradecido para un Mexicano en el norte del norte.
Una prosa muy cuidada.
Suerte
Muchas gracias Barba Negra, por tu lectura y por el detalle de tu comentario.
Un saludo.
Muy buena prosa, como ya se ha dicho antes. Buenas imágenes, una historia sencilla y bien narrada. Un poco más de fluidez en algunos pasajes no estaría mal.
Gracias H.K. por tu lectura y tu grato comentario. Por supuesto tendré en cuenta tu consejo, que me parece muy oportuno.
Un saludo cordial.
No he podido terminar de leerlo. Tedioso hasta límites insospechados. He quedado muy sorprendido al leer las críticas porque yo he leido otro relato. Pedante en significado y significante. Frases inconexas que rayan lo chirriante. No me ha gustado y no he entendido nada, también puede ser porque no fui capaz de acabarlo.
Al igual que le dije a Maritza, te digo a tí, Cesar: Acepto tu crítica, pues esto es lo que ha suscitado en tí el relato. Lo lamento, pues la intención al escribirlo siempre es llegar a cuanta más gente mejor, pero como todos somos diferentes, eso se convierte en una misión imposible.
De hecho, las unanimidades nunca son buenas.
Luego comentas que es un relato pedante…bien, de nuevo es tu opinión, nada que decir. Eso sí, lo de no entender nada puede deberse a que el tipo de lecturas que ambos practicamos sean diferentes, y por supuesto si no terminas de leer un relato aún es más difícil de entender (pura lógica). Tal vez prefieras los relatos ligeros, de vocabulario limitado. Bien, es una opción, pero yo la literatura la entiendo de otra manera.
Un saludo cordial.
Quizás he sido brusco en mi comentario, de lo cual te pido disculpas. Seguro que has dedicado un tiempo muy valioso a escribir este relato pero el resultado para mi no ha sido óptimo. No entiendo la literatura como una carga excesiva de giros, adjetivos rebuscados e inclasificables. Me gusta un relato que su complicidad estribe en su aparente sencillez.
Gracias de nuevo Cesar por tu intervención. En efecto tenemos conceptos diferentes sobre la literatura. De cualquier forma soy partidario de equilibrar forma y fondo, pero también depende del contexto. Este relato, basado en impresiones de una niña, debía mirar más hacia lo poético, puesto que en ese territorio se mueven las emociones. Al ser un relato corto no llega a hacerse cargante (según mi opinión, claro, y asumiendo que no es la tuya).
En cuanto al contenido del relato, te lo resumo, para que así lo comprendas: España, posguerra (1940), Extremadura, hambre, nevada, niña de 4 años. Sin medios y sin nada que hacer es silenciosa y observadora. Sus hermanas la dejan desnuda delante de una casa rica por ver si le dan algo. Una vez limpia y despiojada la devuelven a su casa con buenas ropas. Su madre vende las ropas por conseguir algo de comida. Ella no le da excesiva importancia por tiene su propio mundo interior.
Cuestiones abiertas: ¿Las hermanas actuan por su cuenta o inducidas por la madre?. ¿Es su padre «el Taxista» o tal vez «el comandante»?. Se plantean quedarse con la niña pero ¿quién se opone, Doña Pilar o sus empleadas?…
¿Esperaba la madre que no volviera?…
Bueno, seguro que así lo prefieres. Mucho más claro, sin lugar a dudas.
Un saludo cordial.
Es un relato muy cuidado en la forma. Para mi gusto quizá peques de exceso de imágenes, lo que a veces te hace perder un poco el interés. De todas formas es un buen relato.
Suerte!
Gracias Capitán, por tu lectura y tu comentario. En cuanto a la observación que haces sobre las imágenes, es un debate que sostengo conmigo misma. La cuestión es que la poesía es mi debilidad (más que el relato) y cuando escribo no puedo, ni quiero, renunciar a esa parte de mí. En efecto se corre el riesgo de perder atención del lector, pero dependerá más de los gustos y de la costumbre en leer un determinado tipo de literatura u otro. Para quienes leemos mucha poesía, tal vez sea más fácil acceder a esta clase de textos, por una simple cuestión de entrenamiento.
Un saludo.
Me parece un buen relato. Si fuera en tiempo pasado y no presente me cuadraría más la voz del narrador. De todos modos me ha gustado mucho.
Suerte
Gracias Estrella por tu lectura y comentario. Haces una reflexión que, imagino, nos hacemos todos antes de empezar cualquier relato: ¿qué tiempo le doy, cómo lo situo…? Yo me respondí, en esta ocasión, que el relato requería la voz directa de la niña, en un presente ambigüo. De hecho ella no habla, tan sólo siente y yo doy forma en palabras a esos sentimientos.
Un saludo.
Creo que es un buen relato, que la historia es conmovedora, y creo que incluso podría funcionar mejor sin tantas imágenes, que son buenas, pero que a veces distraen de la historia. De todas formas te doy mi enhorabuena, y te deseo suerte en el certamen.
Gracias Lucile por tu lectura y comentario, tan grato. En cuanto a la cuestión de las imágenes, te digo lo mismo que a Capitán Wenworth: Mi territorio natural es la poesía y no puedo, ni quiero, hurtar esa parte de mí. Aunque es seguro que tenéis razón en lo que expresáis.
Un saludo agradecido.
Pues sí, muy buen relato. Para mi gusto, demasiadas imágenes que ralentizan su lectura. En cualquier caso, me gustó. Suerte, C.C.
Gracias Triana por tu lectura y comentario. Como ya he dicho en anteriores ocasiones, lo de las imágenes…. tal vez sea deformación por mi preferencia poética. Pero tomo nota de tu sugerencia.
Un saludo cordial.
Estoy de acuerdo con Lucille: el relato está bien narrado pero sobra alguna imagen para hacerlo más fluído.Suerte en el concurso
Gracias Lola Dawn por tu lectura y comentario. Te digo como al resto de los que hacéis la misma observación: He sacrificado la fluidez en aras de lo poético, de lo emocional. No sé si he acertado, pero es lo que me parecía que pedía esta historia.
Un saludo con agradecimiento.
El exceso de imágenes, de metéforas, que otros han criticado, a mí me parece lo más valioso del relato. Mucha suerte.
Gracias, Infinito, (o infinitas gracias, que para el caso, es lo mismo) por tu comentario y tu lectura. Celebro que tengamos una visión de la literatura tan próxima.
Un saludo con afecto.
buen relato, pero no me imagino a una niña hablando como una poeta (o poetisa, para que no se ofendan las señoras). creo que tu narración peca de excesos, pero es tuya y así decidiste escribirla. suerte
Gracias Moreda por la sinceridad de tu comentario. Yo tampoco me imagino a una niña de 4 años hablando así, ni de ninguna otra manera literaria. Es bastante evidente que la autora pone «voz» a la niña, voz poética y literaria, puesto que todo el relato con la escasa soltura verbal de una niña sería insoportable. Lo que pretendo es traducir sus emociones. Cuando me planteé como plasmar este relato decidí que «tenía» que ser la niña quien hablara, en primera persona y en presente, pues la narración de una adulta contando sus recuerdos le hubiera restado «piel» al relato y la introducción de un narrador, más aún. Era arriesgado, pero me gusta asumir nuevas apuestas.
Un saludo agradecido.
Corrección de erratas: donde dice «como plasmar…» debe decir «cómo plasmar….»
Y por omisiones: También me parece que hubiera sido enriquecedor abrir un debate sobre la verosimilitud en la narrativa etc… pero esto daría para hablar y hablar…
Si algo nos regala tu relato, Charlotte, es el tiempo que seguramente has dedicado en la busqueda de las palabras para contar la historia. Tu relato transpira el trabajo del (de la) autor (autora).
Yo hubiese preferido sacrificar el lenguaje literario en haras de la verosimilitud, dado que tu elección de la voz a mi me aleja de la imagen de la protagonista. Ahora bien, hablamos de una de las elecciones fundamentales de quién escribe y solo él o ella sabe por qué lo decide así.
Enhorabuena y suerte.
Buen comentario, Gerardo. Pones sobre el tapete dos cuestiones muy convenientes: En primer lugar lo del trabajo… Bien, asumo que un relato breve para un concurso debe estar trabajado, por respeto al concurso, a los lectores y, sobre todo, por respeto a mí misma. Quien prefiera algo rápido y sin revisar, ya sabrá por qué lo hace.
En cuanto al vocabulario, no es rebuscado puesto que, como ya dije anteriormente, debido a que siempre he leído mucho, tengo la fortuna de contar con un repertorio amplio que no me falla nunca, de manera que no preciso de diccionarios cuando escribo (esto me facilita mucho la labor, pues no pierdo tiempo).
En cuanto a la verosimilitud… ¡ahí quería llegar yo! Parece que se ha instalado un cierto «dogma» sobre esta cuestión. Estoy de acuerdo con la validez de dicha premisa, pero según el tipo de relato y según la intención del autor, no siempre es conveniente. En muchas ocasiones la incongruencia es lo que otorga intensidad a la narración y la saca de la cotidianeidad anodina, de lo contrario nos cargaríamos de un plumazo toda la literatura fantástica o la del absurdo.
Por supuesto, una niña no habla así, huelga decirlo, pero ¿sería capaz una niña de cuatro años, con su limitación de vocabulario, de expresar unas emociones que percibe como reales, aunque carece de la herramienta necesaria (el lenguaje)?. Yo entendí que no, que sería insufrible, así que me erigí en su intérprete, y procuré darle forma literaria a su mundo sensorial y emocional. No siento que me haya equivocado, aunque siempre seréis los lectores los que tengáis la última palabra.
Un saludo agradecido.
Un buena historia, bien contada y bien escrita. Muy buen cuento.
Muchas gracias, Titus, por tu comentario, que aunque es breve y conciso es de los que animan.
Un saludo cordial.
Me ha encantado, quizás no es un lenguaje propio de una niña, creo que iría muy bien un narrador para no perder la belleza de la prosa. Enhorabuena.
Gracias DINA4 por tu comentario y tu reflexión. Sobre el asunto del lenguaje de la niña y su verosimilitud ya he ido explicando mi punto de vista en otras intervenciones.
Un saludo.
Buenas imágenes para un buen relato.
Quizá un narrador en tercera persona en vez de en primera te hubiera dado más juego. Pero igual es una buena historia.
Suerte.
Saludos.
Gracias DIMANCHE por tu lectura y comenario. Sobre lo del narrador, ya he explicado en otros comentarios el por qué de mi elección (aunque siempre quedan dudas… dudas..dudas…)
Un saludo.
Ya desde la primera línea se aprecia la calidad de tu prosa, Charlotte. Me parece que hoy se quieren buenas historias, buenos argumentos e importa menos el cómo se cuenten. Incluso aspectos como la ortografía y puntuación se infravaloran, como si fueran «tiquismiqueces». Yo me he extasiado leyendo páginas en las que apenas se contaba nada, pero ¡qué bien se decía! Y creo que la literatura es eso, el arte de contar cosas. Arte, arte, arte.
No hace falta que insista más en decir cuánto me ha gustado el relato y por qué.
Gracias Ludelux por tu comentario. Estoy plenamente de acuerdo con lo que expones.
Un saludo.
Me deja apabullado. Esa prosa indica mucha escritura. Y tan buena como la prosa es la historia. Que más te puedo decir. Nada. Lo único que puedo hacer es leerla una vez más y disfrutar.
Gracias por leer y comentar mi relato.
Gracias Kellroy por tan halagüeño comentario. Al final voy a creer que no lo hago tan mal… pero hay que poner los pies en el suelo y seguir trabajando mucho.
Un saludo muy agradecido.
Relato intimista, evocador y entretenido. He disfrutado con su lectura. Suerte.
Gracias Chuss, por entrar, leer y comentar. Me alegro mucho de que te haya gustado.
Un saludo.
Adorable la visión de la niña sobre su realidad. En lo personal acojo con alegría la aparición de imágenes bien logradas y de grata recordación, es un reto que suele tornarse reacio en su consecución. Un abrazo y muchos éxitos en el torneo. Creo que hiciste la elección apropiada en la manera de darle vida al relato.
Gracias Scorpio. Celebro que compartas criterios semejantes a los míos sobre lo que debe ser la literatura.
Un saludo afectuoso.
Hola Carlota: Te visito para agradecer la observación que hiciste sobre el final de mi relato. Estoy de acuerdo contigo.He comprendido perfectamente lo que quieres decirme.
De tu cuento no voy a agregar nada. Quizás como escribo poesía no me ha parecido nada «cansón». Está muy claro, no se presta a confusión y además comparto contigo que, con la narracion en tercera pesona, se hubiera perdido el énfasis en las emociones o sentimientos de la niña.
Saludos
Papá Noel
Gracias Papá Noel, me alegra tu comentario. Parece que para quienes estamos más habituados al mundo poético, el relato se nos hace más accesible. Tal vez sea un defecto, tal vez no, pero no puedo, ni quiero, renunciar a mis tendencias y gustos.
Un saludo afectuoso.
A mí me ha gustado mucho.
Dos observaciones: el tema creo que es un poco socorrido, y el gracejo de la niña y de los demás personajes un tanto forzados.
Respecto a que la niña hable de una manera impropia para su edad, no estoy de acuerdo, claro que es así, ya que en cualquier libro donde narre un niño, lo hace como desde una perspectiva de lenguaje adulto, de una reflexión posterior, ya que si no sería imposible aguantar el ritmo de una niña de esa edad que lo único que podría decir es: «que las hermanas la llevan a casa de la señora, que allí la bañan, que cuando vuelve…», y con eso no se podría novelar.
Suerte.
Gracias Lupe por tu lectura y comentario. Por supuesto, tomo nota de tus observaciones y las tengo en cuenta.
Un saludo.
Desde mi punto de vista es una historia en la que el autor relata en primera persona del presente focalizando la narración a través del personaje de una niña. Sin esa primera premisa a más de uno el léxico y tono de la chiquilla le sonará extraño, naturalmente (además, el tiempo presente aproxima mucho al lector el «zoom» narrativo), porque una niña no conoce esa lista de símiles, adjetivos y lenguaje en general del argot campesino, y encima trabados de manera llamativamente poética (pero de poesía adulta, eh, nada de cancioncitas de parvulario).
Esto, que se descubre apenas iniciado el texto, es la elección del autor para contar lo que a él le dé la gana como le dé la gana; y, tal y como yo lo veo, funciona de primera.
El sustrato histórico es idóneo. España, posguerra, hambre, familias numerosas, poblachos perdidos, tejemaneje de niños, etc. O sea, mimbres perfectos para ese cesto creíble y compacto.
Que muy bien, que no me alargo más y que, para mí, escribes una amalgama de poesía en prosa que se lee muy a gusto.
Mi mejor deseo para esta (¿porque serás esta y no este, supongo, aunque es lo de menos) escritora-comentarista de las que se dejan las horas en la web. Solo por eso toca darte las gracias aquí y ahora.
Suerte.
Debo darte mi agradecimiento más sincero por el certero análisis que haces del relato, lo que demuestra una lectura minuciosa y atenta… y eso es lo que quiere para sí cualquiera que escribe.
Gracias, pues. Muchas.
Hola Charlotte.
Lo primero, decirte que me ha gustado tu relato.
Lo segundo, que no hemos sido presentados como para decirme que soy presumida o que falto el respeto a nadie.
Un saludo.
Gracias Luna por tu lectura y agradable comentario. En cuanto a lo de presumida, no te dejé el comentario con esa intención, sino para sugerirte que este tipo de detalles (lo de que lo habías escrito en una hora)es más conveniente callárselos, pues pueden dar lugar a malas interpretaciones.
Un saludo cordial.
Cada uno que interprete las cosas como quiera, en su derecho está, al igual que yo estoy en el mio para decir lo que quiera, mientras no ofenda a nadie.
No tengo que justificarme por decir algo que dije sin la menor intención de alardear de nada.
Según tú no es conveniente que yo diga lo de la hora, pero si debe ser conveniente que tu me digas que yo escribo cuatro garabatos.
En fin, mi querida Charlotte, que tengas mucha suerte en el certamen.
Sencillamente delicioso, para mi gusto. Ciertos pasajes me recuerdan el estilo de Gabriel Miró, aunque no tan adornado. Creo que tu relato estará entre los finalistas del jurado.
Felicitaciones
Me suena a poesía, Charlotte. Hay algunas frases que hasta riman. Una historia de pobreza y desesperanza en algún pueblo escondido. En los años en que la guerra esperaba agazapada su oportunidad. Quizá se haga algo rocosa a pesar de su lírica (o además de ella), y creo que así debe ser. La poesía (no entiendo demasiado) no tiene por que ser melosa o artificial. Hay están poetas como Gil Biedma, Ángel González…, y algunos otros, que tratan de conjugar la dura realidad con estrofas románticas. En tu caso (Gorrión) los diálogos se corresponden con una época donde las relaciones entre hermanos eran de pura supervivencia. Se empezaba a ser listo en el regazo de la madre, o, como mucho, en los primeros años de vida. Muchas veces apoyados en algún vecino (Doña Pilar). No se cultivaba la hipocresía social, las cosas se decían a la cara. El final muy romántico donde “no queda nada, solo barro, pero no importa, hay que ser un gorrión, mirar al cielo…, y volar”. Con mucho, lo mejor de la historia, para mí.
Mucha suerte Charlotte.
Impecable, me ha fascinado, tanto la historia como la manera de contarla. Personalmente, me gusta que los autores arriesguen en su creaciones. Y me gustaría hacer un apunte, me cuesta creer que alguien pueda tener reparos en que un relato goce de riqueza léxica, venga de donde venga(en el ámbito hispanohablante en este caso), y lo narre quien lo narre. ¿O es que las grandes obras de la literatura trataban solo de personajes que hablaban un perfecto castellano y han sido escritas por niños de cuatro años?
Totalmente de acuerdo con tu comentario sobre la verosimilitud.
Al margen de lo que decida el jurado, para mí este ya es un relato ganador.Sigue a así, un caluroso saludo.
Magnífico relato, Charlotte. Según mi impresión, un gran relato poético. Sin embargo, es preciso advertir que es esta misma poesía, lo que resiente un poco algo fundamental en tu relato: el personaje narrador. Si bien es una niña a la que le han leído cuentos que alimentan su imaginación, utiliza un lenguaje con un tono que, en sus labios, no termina por convencer. Ocurre en ciertos pasajes. Por ejemplo: Risueña por el juego y alimentada de luz, alzo los brazos y vuelo, toda hecha gorrión, hasta el arroyo, lejos del llanto cansino de Joaquín y del temblor entrechocado de mis dientes tiritones.
Desde luego que es un párrafo bello, pero, repito, en una niña… no sé… ¿Niña genio, quizás? No parece, la verdad. Veo a una niña común y corriente, que juega con su imaginación de una forma bien dibujada por el autor; pero es el tono de su voz lo que, para mí, le da cierto grado de inverosimilitud, más allá de que sea un lenguaje agraciado. Otro ejemplo: No sé cuánto tiempo ha pasado, pero un brumoso jaleo de orgullos enfrentados me despierta metida en esta cama inmensa. Yo no oigo aquí a una niña; eso es o yo no comprendí a tu personaje.
A veces, y esto nos pasa a todos, incluso lo he visto en autores ya publicados, nos dejamos llevar por la estética de la palabra, y olvidamos al personaje, su propia voz. En tu texto sí se siente la voz de una niña campesina, o pueblerina, su punto de vista inocente (como cuando escucha hablar a las mujeres de cierta información reveladora), sin embargo la prosa poética absorbe, por momentos, esa voz, ese punto de vista infantil. Aun así, es un gran relato, Charlotte; ya ves, hay puntos de vista muy diferentes y algunos te auguran estar en la final. Felicitaciones.
Charlotte, me has descubierto. Cuando estaba trabajando el relato con el que participo, andaba leyendo ¨La Guerra del Fin del Mundo¨ y pues, confieso que me influenció la forma como Vargas Llosa sublimaba la idea (sencilla, escueta) a través del manejo de la palabra y la puntuación. Cosas que nos pasan a los noveles y de las que es necesario aprender. También me obligué a primar la técnica sobre lo visceral, y creo que eso fue un error. Después de leer tu Gorrión y Pardina, y Dulce Aurora, pues creo que me les quedé corto. Pero, ¡carajo!, que lo intenté lo intenté, y eso no tiene precio jejeje…
Te envío un abrazo grande y fuerte.
Creo que no voy a ser capaz de leer a tiempo todos los relatos, pero no me hubiera perdonado perderme éste.
Es sencillamente precioso.
Enhorabuena!
En mi intento de volver a leer, y como parece que esto se acaba, no sé cómo irá, es mi primera vez, ¿es que quitan los relatos?, pues estoy dejando algún pequeño comentario al menos como testimonio, en personas que se han esforzado tanto como tú en hacerlo con los demás.
Sigo diciendo que me gusta el relato y el estilo y que la forma de hablar de la niña para mí es la que te pide ella misma, otra cosa serían expresiones más generales.
Suerte
Si esto no desaparece, si tienes tiempo y sobre todo, si quieres, te pediría que leyeras los dos comentarios que hago en mi relato, los del día 8 y 20 de agosto.
Gracias
Estoy impresionada. Que bien escribes. Me han gustado cada una de las imágenes. No me llamó la atención el lenguaje de la niña, porque de forma natural imaginé que lo contaba la niña pero tiempo después,cuando ya era capaz de poner palabras a aquellos sentimientos que recordaba. Yo a veces recuerdo cosas de niña y las escribo en tiempo presente, eso hace que se vuelva a «estar allí». Contado en primera persona, y en presente, tu relato cobra más fuerza. Estoy de acuerdo con que este será uno de los relatos escogidos por el jurado. Mucha suerte, aunque no creo que la necesites.
Bueno, estoy haciendo mi votación particular, ni lo hice con estrellitas ni sé si lo haré ahora entre los cinco finalistas del público.
Solo que me voy a permitir después de haber tomado unas notillas sobre cada relato, decirte que para mí es uno de los equis (pocos), que más me han gustado.
Suerte.