(Para todos aquellos que aman el alpinismo en su estado más puro)
Aquí terminan esas cicatrices que desgarran la tierra para que el hombre pueda
transportar su bagaje de máquinas
con las que construye sus gigantescas torres de Babel y sus templos dorados.
Ya no hay ruido de motores.
Se acabaron los mercaderes del templo con su parafernalia y sus disfraces.
Se acabó el culto a la vanidad, y a esa enmascarada lujuria,
los espacios asépticos desde donde éste dirige sus milagros de maquillaje y purpurina.
No hay cobertura.
No hay computadoras que lo controlen todo
-ese todo que en realidad, no es nada-.
No hay ni siquiera un enchufe o un cable que nos conecte a ese entramado de sondas
que nos mantiene adormecidos
en un sueño que no es de Morfeo.
Hasta aquí viene el hombre para contemplarse a si mismo desnudo
y comprobar que sigue siendo de carne y hueso,
de emociones y sueños.
Aquí es donde choca de frente contra el tiempo y la eternidad,
y de pronto se da cuenta de que ha estado alejado de su propia naturaleza, a la que ahora tan solo es capaz de asomarse fugazmente
para después seguir inyectándose su dosis de “bienestar” y olvidarse de que
todo lo que ha creado,
no es nada más que una estación efímera.
Prosa,ni siquiera poética.
Me cuesta asumir que lo encuentro poco metafórico, poco musical, poco poético. Me cuesta, porque comprendo tierra adentro en el pecho, cada palabra de lo que dices. Supongo que esto tendrá su validez en el concurso. Para mí el texto es genial. Suerte para mi, no estar en el jurado.
Tu relato, y digo relato pues así lo asumo (no pretendo entrar en un debate sobre prosa, poesía, prosa poética, etc… es tan sólo mi opinión personal, y seguramente estoy equivocado), me ha gustado en cuanto a la propuesta. No es necesario ir a la alta montaña para retornar a las sensaciones primeras, al vínculo original, a las percepciones naturales y comprender, de manera más rotunda nuestra propia nimiedad. Afortunadamente quedan espacios puros (desiertos, selvas, el mar abierto…. tantos) donde volver a aprender la noche y el miedo.
Ocurre que en tu narración traes algunos lugares no demasiado originales (torres de Babel y mercaderes del templo entre otros), o, por decirlo claro, bastante tópicos además de tramposos; porque la realidad es mucho más compleja y separar los logros de la civilización (que los hay y no pocos) en un acto maniqueo entre buenos (la naturaleza misma) y malos (la civilización corrupta etc…) es un acto de simplificación que desmerece el mensaje final, que en sí mismo es muy positivo.
Te voto con un cuatro y te deseo suerte en el concurso. Aprovecho también para invitarte a leer mi poema, el 139, y a dejar allí tu opinión con total libertad.
Un saludo