Ahora estamos a la intemperie.
Somos los dueños del vacío.
JOSÉ E. PACHECO.
Cuando la noche ciña su cintura
encenderemos velas a los sueños caídos.
Habrá una caricia en todos los cuerpos
y sabremos del tiempo lo que nunca supimos.
La luna de los lobos aúlla en los tejados.
Por las callejas tristes hay fiestas de silencio
y las farolas ebrias tropiezan con los coches.
No llueve pero el agua de lluvia nos enseña
los caminos del tiempo, el verdor de lo cetrino.
Mujeres con los ojos pintados de aguacero
se apiñan en el parque con el alma vacía,
sabiendo que el amor tiene un precio, una hora…
Yo no quiero morir en sus mecánicas piernas
ni en el sucio teatro de sus bocas perdidas.
Os escribo este diario con palabras que han visto.
Aquí digo mentiras, aquí callo verdades.
La belleza es extraña cuando duele nos llega
cuando muere nos mata cuando mata da vida.
Que se abran las puertas al rugir de las flores;
que se cierren los puños cuando el agua se pierda
por las rojas mejillas del albor de los credos.
No espereis, no esperéis tras la inútil ventana
porque nadie vendrá de su exilio de almíbar
con la dulce manzana de los sueños eternos
(donde todo se cumple y el dolor no ha parido
sus monstruos habituales, sus arcángeles rotos).
Dejad que viva el tiempo, que sea poesía,
que le ciña la noche su cintura de jade.
Y sabremos del tiempo lo que nunca supimos.
La primera estrofa me parecía alentadora, pero en mi opinión, en los versos siguientes el poema pierde fuerza. Quizá es por la introducción del «yo» o porque a medida de que va avanzando, el texto se torna más explicativo. De todos modos, utilizas varias imágenes que me han gustado y sorprendido mucho.
A mi me ha llevado como por un tobogán… Coincido con Viena en lo de las imágenes. Suerte en el concurso.
Me quedo con la primera estrofa. ¡suerte!
Solo lugares comunes.
Un poema interesante con luces y sombras. En cuanto a la cuestión rítmica, impecable, casi todo en alejandrinos (hay quien dice que eso es monótono, pero no estoy de acuerdo). En cuanto al tema, pues dentro de los esenciales: De la vida a la muerte, el tiempo y la belleza, el bien y el mal, el amor… el dolor. En defintiva los que nos hace. Es decir, bien para mi gusto. Y ahora, las imágenes; y es aquí donde empiezan las sombras, porque si bien algunas están bien y son más o menos originales, en otras te acercas demasiado a lo trillado, a los lugares comunes («roja mejilla», «dulce manzana» entre otros cuantos más) o caes en la redundancia explicativa («el verdor de lo cetrino» que sería lo mismo que decir » el azul de lo azulado»). En resumen un poema agridulce (porque me gustaría más poder alabarlo completamente), pero que mejora muchos otros que se pueden leer en el certamen.
Te voto con un cinco y te deseo suerte en el concurso. También aprovecho para invitarte a leer mi poema, el 139, y a que dejes allí, si quieres, tu opinión con la misma sinceridad que yo lo he hecho aquí.
Un saludo.
Los tres últimos versos son geniales y el conjunto del poema también. Te voto con siete estrellas y te invito a leer el nº 30. Saludos.