Icono del sitio VI certamen Poemas Sin Rostro 2010-2011

119- El corazón de las arañas. Por León

“Estoy condenado a destripar el corazón de las arañas,
a poner los dedos dentro de la caldera de una flor”
(Santiago Azar)

Vendrán con antorchas encendidas,
helando a su paso la sonrisa;
poderosos caballeros de Quevedo,
oligarcas vestidos de cordero.

Presiento que nunca se han ido.
Son engendros en la máquina del tiempo
como una evocación recurrente de los siglos.
Me los cruzaré en cualquier esquina,
en el trabajo, en el parque… en la sopa.
Remedando épocas que no fueron mejores.
Fingida melancolía. Avieso enigma.
Me buscarán como a barco en el desierto,
y escondidos en la largura del silencio
indagarán en mi conducta y pensamiento.
No les daré motivo ni mansedumbre
o volverán los oscuros tiempos
en los que las cosas tenían dueño,
y no era yo.
Ni dejaré escapar el aliento
en el que se asienta el origen de la belleza
y lo natural de la alegría.

Deben saber que adoro la rutina de mi casa
y ver la primera luz del día.
Que alguien inventó la libertad
y a mí me toca preservarla.
Porque: ¿De qué sirve si no la herencia?

Sublime sentimiento
el de no percibir el peligro
de la noche en las pupilas.

Así existo, emparentado con Platón,
con Cervantes… Con la vida.

Puede que no conozca el escondrijo de la araña
pero tengo el plano de la ciudad
y sus murallas.

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