No quedaron más caminos,
nos vaciaron el alma,
no mientas soy mortal,
y aún duele el viento.
Me lanzas excusas en el rostro
ahogas la fe con tus miradas,
aún sigo despierta quiero luchar.
Prohíbes tallar mi credo en las esquinas,
borras del cielo mi huella:
déjame las hojas de arce que caen del otoño
darte una sonrisa pueril
donde nazca un niño de brazos azules.
Calla, no silencies tus palabras en un coloquio
quiero ver tus fantasmas,
tu estirado orgullo,
verte sin alas, detrás de las sombras.
Y para cuando halla descubierto nuevos soles
otros idiomas de la mugre del hoy que nos aniquila,
para cuando nos quedemos solos frente al espejo del pasado
tendrás que escupirme toda la certeza del mundo.