49- Sierra negra. Por Mario Montes

Lo paisaje clarea
y el crepitar de las llamas
se dispersa en humos
y allí, un sofocador diluvio de amargura
muestra la inhabitada residencia
de este oscuro tesoro de corazones.
Agónico nuestro aprecio,
vuela a sus propios confines…
A los pies, la escoria muerta
de esta incendiada sierra
pone la desolación ante los mares,
apagándola en olas mudas.

Sierra negra sin umbría
donde ayer todo fulgor fue;
flores confiadas a su fragancia;
piares de íntimas aves;
reptiles sinceros en sus caricias.
Aquí reside sólo desamparo
sin el eco de aquellos árboles poemas,
tal vez un zumbar de rencores…

Vuelva a lamer valles y cumbres
que cerne las cenizas del incendio
que devoró tan bella e inmensa amistad.
Alumbre bolas de vida en arcilla
-afecto, sinceridad, entusiasmo-
y las esparza por sus recovecos;
pedir que renazca la vida
con su orden de armonía y arpegios
y alzar las alas de águila paciente
hasta enterrar con picardía
nuestra carroña de resentimientos.

5 comentarios en “49- Sierra negra. Por Mario Montes

  1. Que bonitas imágenes y que canto a la esperanza de renacer. Precioso poema.
    Suerte compañero 🙂

  2. Me gusta el tema y el sentimiento que hay en el poema. Muy genuino el estilo poético.

    «Aquí reside sólo desamparo
    sin el eco de aquellos árboles poemas»

    «Lo paisaje clarea»: si es una forma de expresión local para decir «Los paisajes clarean», me ha gustado mucho que se inicie así el poema.

    Hay sinceridad en estos versos.
    Debemos volver los ojos a la naturaleza
    y a nuestros pueblos…

    Mario, mucha suerte. Un saludo.

  3. Lo leí varias veces hasta que lo encontré hermoso. No debería pasar desapercibido

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